Literatura y arte

desde el centro

del Mundo.

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Mutación

Amor de estudiante.

El día aquel, cuando la vi ingresar al salón de clases, quedé embobado por su belleza. Se veía frágil y delicada, tenía carita de ángel y una figura fina y tierna, era la mujer perfecta para mí. Lamentablemente, parecía estar bien acompañada de un tipo cara de pera y actitud indeseable. Ni pensar en acercarme, además, mi natural timidez ante las mujeres bellas hizo que deje las cosas tal como estaban. Bueno, finalmente, el motivo de mi presencia en la universidad eran los estudios, no las chicas.

Los siguientes días fueron perturbadores, el sujeto cara de pera no la dejaba en paz y yo no podía dejar de mirarla cada vez que era posible burlar la férrea vigilancia del sujeto. Uno de esos días vi un poco de luz en la oscuridad de esta difícil situación. Me di cuenta que ella también me miraba. Tan sólo haría falta una ocasión para acercarme y hablarle. Y la ocasión se dio ese mismo día. En uno de los momentos libres, entre clase y clase, me paré en el patio a observarla. Estaba frente a mí, conversando con sus amigas. De un momento al otro, se acercó a mí una de sus amigas e inició una conversación:

-Hola, mi nombre es Leila.
-Que tal Leila, mi nombre es Salvador.
-Podrías talvez, unirte a nuestro grupo para la siguiente clase, tenemos un trabajo.
-Claro, claro.

Como un chiquillo fui conducido al grupo donde se encontraba la chica de mis sueños. Faltando unos pocos metros observé que ante una señal, el sujeto cara de pera se fue. Me quedé con el grupo de chicas. Tuve que vencer mi timidez e integrarme.

-Hola chicas, mi nombre es Salvador, es un gusto conocerlas.
-Salvador ella es Roxana, ella es Maxi... -Así, Leila fue presentándome a todas
las chicas.

Después que me presentaron a Roxana, la noté roja y azorada, igual que yo. Sólo pude atinar a saludarla y luego me quedé mudo. Era obvio que tanto ella gustaba de mí como yo de ella. Al parecer todo había sido planificado, las amigas fueron presentando disculpas y se marcharon, dejándonos finalmente solos. Dejé de lado mi deseo de seguir haciendo clases y decidí salir a tomar un refrigerio. Invité a Roxana y ella aceptó. Fuimos a un café. Mientras tomábamos el refrigerio no podía hacer otra cosa que observarla, embelesado por su radiante belleza y juventud. En cierto momento tuve que decirle.

-Eres una chica muy bonita Roxana.
-Gracias, eres muy atento. –Respondió tímidamente.

Antes de pensar en nada más, le tuve que preguntar por el sujeto cara de pera.

-¡Ah! ¿Matías? –Respondió- No te preocupes, es un empleado a cargo de ciertos encargos, pero ya se fue, tiene que atender otros negocios. ¿Cómo crees que podría estar con un sujeto tan torpe?

Nos hicimos rápidamente amigos, había en ella un aire de misterio y una belleza deslumbrante que me hacían sentir una irresistible atracción. Al parecer sentía lo mismo, así que rápidamente mandamos al demonio nuestros prejuicios y comenzamos a salir todos los días. Ella resultó ser una chica muy tierna y linda, justo la mujer que yo estaba buscando. Habríamos salido una semana seguida, abandonando la universidad; fuimos a cenar, a bailar, a los cines, a los juegos electrónicos y a muchos otros lugares… ya era hora de ir al hotel. Sería aquel mismo día. En la llamada que me hizo en la mañana, se lo dije directamente, sin pelos en la lengua.

-Roxanita, amor, ya es hora que nos conozcamos mejor, así que ven preparada, pues vas a volver tarde a casa.
-¿Así? ¿Qué pretendes ah?
-¿Qué pretendo?, pues, llevarte al hotel para conocerte más de cerca.
-No tan de prisa muchacho, no estás preparado, pero si es tu deseo…iremos.

Pasé enloquecido la mañana, preparándome para mi encuentro de la tarde. ¡Había dicho que sí! No había dudas, pasaría una temporada de las más locas aventuras sexuales. ¡Claro que sí!

***

Cerca del mediodía, sonó el timbre de mi casa. Bajé apresurado a contestar. Al abrir, vi que era un sujeto flaco, con los ojos desorbitados, la barba crecida, las manos huesudas, la boca seca y una terrible expresión. Aun así, creí reconocer un rostro amigo detrás de aquella desastrosa apariencia.

-Usted dirá, en qué le puedo servir. -Le dije.
-Mírame Salvador. ¿No te acuerdas de mí?
-¿Javier? ¡Javier! Vamos hombre, pasa, siéntate. ¿Qué te ha pasado? Te ves terrible. Estás irreconocible.
-Con calma Salvador, con calma.
-Dime Javier, ¿Qué puedo hacer por ti?
-Bueno Salvador. He venido a ayudarte y a ayudarme también. Lo primero que quiero es que me prestes 200 dólares, para comprarme ropa y volver a Lima.
-Claro Javier, tantas veces me has ayudado. Pero hombre, dime, ¿qué haces en Cusco y que es lo que te ha pasado?
-No te puedo decir mucho, pero sí te diré lo siguiente: Te he visto en las calles corriendo enloquecido con esa mujer.
-¿Cuál mujer, Roxanita?
-No se llama Roxana, es una arpía, su verdadero nombre es Lyli.
-¿Lyli? Estás loco muchacho, no se llama Lyli, se llama Roxana.
-¡Ah! Insensato. No debes salir con ella, Aún estás a tiempo, te pasará algo terrible si persistes. Yo he estado saliendo con ella las semanas anteriores y ahora ¡mírame cómo estoy! La culpa la tiene ella. No puedo decirte nada más.

En vano traté de sacarle más información, no quiso decirme nada. Arreglé lo del dinero y lo acompañé hasta la puerta.

-¡No salgas con esa mujer, aléjate de ella hoy mismo y sálvate! –Me advirtió al marcharse.

Quedé con dudas, pero al final llegué a la conclusión que Javier estaba un poco loco, seguramente se había metido con alguna mujerzuela explotadora que lo dejó en tal situación y la confundió con la bella Roxana. Mi cita estaba pactada. No dejaría pasar la oportunidad, así que, sin prestar más atención a sus palabras, me dediqué a continuar con mis preparativos para mi encuentro amoroso.

***

Pasé la tarde entusiasmado y casi se podría decir que olvidé la perturbadora visita de Javier. A las seis de la tarde me dirigí presuroso al lugar de mi cita. Roxana no tardó en llegar. Estaba más bella que nunca, sería una cita inolvidable y el comienzo de un romance sin límites. Sin mediar muchas palabras nos dirigimos a un hotel cercano y tomamos una habitación. Ya instalados, brindamos unos vinos y pasamos inolvidables momentos de amor. Casi al final de nuestro encuentro, se levantó de la cama y despareció un momento, se fue al baño. Volvió al poco rato con dos copas de vino, me alcanzó una de ellas, la cual brindé lentamente. Unos minutos después sentí una pesadez en la cabeza y caí en la cama en estado de somnolencia. Lo último que recuerdo es que ella me besaba intensamente en el cuello.

Horas después desperté abochornado, sentía un dolor en el cuello, fui al baño para mirarme en el espejo. En la superficie del espejo, encontré una nota escrita con lápiz labial que decía: “Salvador, muchacho inocente, ya eres de los nuestros. Bienvenido a tu nueva vida, si quieres apagar tu sed, debes venir esta misma noche a la explanada de Chincheros, hoy mismo, la cita es a la media noche”.

Luego de leer la nota, me examiné el cuello, tenía huellas de haber sido mordido. “¡Qué raro!” Pensé. Lo primero que se me vino a la mente fue que se había robado mis cosas, fui a comprobarlo, en mis bolsillos todo estaba intacto, no me había robado ni un centavo, ni mis documentos, ni nada. Pensé que se trataba de una broma y me tiré a la cama a pensar en la fogosidad de Roxana, pero… ¿Por qué me había quedado dormido? Talvez me dio algo en el vino. Estaba pensando en muchas posibilidades para hallar una explicación razonable. Mientras pensaba me invadió una extraña sed que se hacía más y más irresistible cada minuto.

Me cambié y me dirigí a la recepción, pregunté por Roxana, me informaron que había salido unas tres horas atrás, tomé una botella de agua mineral, pero mi sed no se calmó, era una sed de algo desconocido. Ya eran las once de la noche, así que decidí concurrir a la cita, en la explanada del pueblo de Chincheros. Tomé un taxi. En un rápido viaje llegué justo a la hora. Subí apresurado a la explanada y luego de una rápida inspección la vi, junto a otras personas. Al acercarme me di cuenta que todos vestían con capa negra y tenían la expresión trastornada.

-¡Javier! ¿Qué haces aquí? -Le pregunté al comprobar que se hallaba en el grupo y que no se había ido a Lima, tal como me dijo.
-Te lo advertí Salvador, ya no hay nada que puedas hacer, ahora eres de los nuestros.
-¡Me vas a explicar qué sucede! –Le dije a Roxana acercándome y tomándole fuertemente del brazo-. ¡Qué significa esto!
-¡Ja,ja,ja,ja! No hay nada que explicar muchacho iluso e inocente, ya eres parte de nuestra orden. -Me dijo con una expresión completamente diferente a la que yo vi en ella mientras salíamos, parecía demoníaca y malvada.

Tenía una sed insoportable y ellos parecían tener la misma sed. Entre los miembros del grupo estaban, el sujeto de cara de pera, Javier, una joven muy atractiva, Roxana, Leila y otros desconocidos. De pronto Roxana levantó los brazos y miró hacia la Luna llena, todos los demás la siguieron y mirando a la Luna gritaron:

-¡Bienvenido a tu nueva vida, a nuestro poder, a una nueva sensación!

Luego, el sujeto cara de pera sacó de un automóvil un gran bidón y sirvió un líquido en grandes vasos, nos pasó uno a cada uno. En ese instante sentí que tenía sed de ese líquido.

-¡Tómalo! Es lo único capaz de apagar nuestra sed. -Me ordenó Javier.

Lo tomé sintiendo su delicioso sabor, tibio, espeso y algo salado. Después de unos cuantos sorbos sentí una transformación, mis músculos se fortalecieron y sentí una extraña sensación en la boca. Al mirar a los demás, vi que sus ojos se iluminaron después de haber bebido. Con lo poco de cordura que me quedaba, tomé a Roxana por uno de los brazos y le pregunté:

-¡Qué significa esto Roxana, qué líquido me han dado!
-¡Sangre muchacho, es sangre! -Contestó.

A continuación dio una orden con el brazo y el sujeto cara de pera ingresó al auto e invitó a bajar a dos jovencitas iniciáticas. Me tomaron con fuerza. Juntos escuchamos un breve discurso de Roxana. A decir verdad, ninguno de los presentes era el mismo después de haber bebido la sangre, Roxana se veía bella pero infernal, sus ojos brillaban bajo la luz de la Luna llena y su expresión denotaba agresividad. Sus manos lucían como garras y con esa gran capa, tenía un aspecto estremecedor.

-¡Los tres están aquí para ser iniciados y ser parte de nuestra milenaria familia! ¡Adelante! -Ordenó Roxana.

Tomamos nuevamente un vaso de sangre. A decir verdad, aun cuando sentía resistencias psicológicas a tomar sangre, la gran sed que sentía parecía sobrepasar cualquier temor. Al beber sentí una gran transformación. Perdí el conocimiento. Luego de largas horas desperté. Ya había amanecido. Mis ojos se abrieron y comprobé que el cuello me dolía terriblemente. No encontré a nadie, los malditos se habían ido, abandonándome inconsciente en una pequeña cabaña de madera para los transeúntes.

***

Regresé como pude a mi domicilio. Luego de ingresar, me miré al espejo y hallé un gran hematoma en mi cuello, tenía huellas de haber sido mordido, mi figura se veía debilitada. Inspeccioné mis bolsillos, dentro de uno de ellos hallé una nota escrita que decía lo siguiente: “Salvador, ya eres de los nuestros, cada noche de Luna llena, te poseerá la sed de sangre, si deseas saciarla, sólo la sangre humana podrá lograrlo. A cambio te convertirás en un ser fuerte, tu mente comprenderá cosas que los humanos corrientes no pueden comprender, tus sentidos se harán más agudos, y vivirás muchos… muchos años. Este es mi agradecimiento por el amor que me diste. Usa tu nueva fuerza, goza de tu nueva vida. Siempre te amaré. Lyli”.

Furioso tiré la nota y salí a comprar algo de comer, pues ya llevaba casi un día sin probar alimento sólido. Me sentía débil y fatigado. Recién comprendía lo que le había sucedido a Javier. Me negué a aceptar la situación, aunque aceptaba la veracidad de los acontecimientos, no podía darle credibilidad a las supuestas consecuencias. Continué caminando con los pensamientos concentrados en el suceso. Mientras me acercaba al súper mercado, escuché una voz que me llamaba.

. -¡Salvador, Salvador!

Me volví hacia la voz. Era una amiga de la universidad. Se acercó y al verme exclamó:

-¡Qué ha pasado contigo! Tienes una cara terrible, estás demacrado. ¿Dónde has estado ah?

Mientras me hablaba sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Mis músculos adquirieron una inusitada fuerza, sentía que mi mirada podría introducirse en la mente de mi amiga, mis oídos podían escuchar los latidos de su corazón. Sentí un irresistible deseo de sangre, mi mente se nubló y no pensé en ninguna otra cosa que en la manera de engañarla y llevarla a mi casa, para seducirla y beber de su sangre. Presté poca atención a sus palabras, me quedé observándola sediento y lujurioso, fijando mi atención en su bello cuello blanco.

FIN.
Escrito en Cusco. 2002. - Autor: David Concha Romaña


Claudia Suárez Alvez. "MurgaII"

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