Literatura y arte

desde el centro

del Mundo.

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SUEÑOS DE AYAHUASCA
“Todo ser humano debe tener un horizonte mental positivo”.

La Madre Ayahuasca.


Autor. David Concha Romaña.

Aquella noche durante la ceremonia, luego de haber bebido la bebida sagrada, ingresé poco a poco en el mundo espiritual del Ayahuasca, lo primero que vi fueron infinitas formas geométricas de colores fosforescentes que conjugaban entre sí. Vi flores mágicas que crecían y aparecían y desaparecían. Cuanto perdí la consciencia y ya no me era posible saber dónde me encontraba, aparecí en un lugar similar a una cueva semi obscura hecha de piedras. Intrigado y hasta asustado me senté en una piedra, pues no sabía qué hacer. No sabía dónde me encontraba, así que permanecí sentado observando el lugar. De pronto observé que al fondo del lugar había un portal desde el cual ingresaba luz clara al lugar. En la puerta del lugar había objetos, entre ellos recuerdo haber visto plantas como ramos de flores y una calavera humana colocada en una base.

Desde el fondo escuché un llamado que me decía fuerte pero suavemente a la vez: “Ven David…Ven David…” Me asusté pues no sabía quién me llamaba. Al fijarme bien en la situación pude darme cuenta que quien me llamaba era una mujer, una dama, por la distancia no se distinguía bien cómo era, pero la voz continuaba llamándome: “Ven David…Ven David…” Me quedé sentado de miedo y asustado. Entonces observé que lentamente la dama que me llamaba se acercó hacia mí. En la medida en que se acercaba me sentí inmovilizado y asombrado. Llegó hasta donde me encontraba, yo continuaba sentado, mientras se acercaba, mi sentimiento de asombro fue incrementándose. Llegó hasta mí y se detuvo a unos dos metros, entonces la observé. Era una mujer, una dama. Su rostro era trigueño, casi moreno. Rodeaba su cabeza un tocado de luces azules y blancas y de otros colores que formaban un marco de energía interactuante alrededor de su cabeza. Estaba ataviada con un vestido de luces de colores en las que predominaban los colores azul y morado, entre otros. Su vestido llegaba hasta el suelo, estaba compuesto de luces de colores que interactuaban entre sí. Su presencia era muy poderosa, más poderosa de lo que yo podía soportar. Era sin duda una divinidad. Tuve la certeza de que era La Madre Ayahuasca.

Estiró sus brazos hacía mí, en señal de bienvenida, como diciéndome: “Ven… aquí estoy para estar contigo” Cuanto más tiempo permanecía junto a mí, mi asombro fue incrementándose y simplemente me quedé con la boca abierta. Sentí que mis ojos se saldrían de sus orbitas. No había ruido, sólo un sonido producido por el interactuar de la energía que la cubría. No pronuncié palabra alguna y tampoco tuve ningún pensamiento. Todo mi ser quedó absorto y absorbido por su presencia. No sé cuánto tiempo estuvo frente a mí ofreciéndome ir con ella. No pude, quedé inmóvil entre asustado e inmensamente asombrado con la boca abierta, los ojos desorbitados y mis brazos estirados hacia ella. Entonces en cierto momento que no recuerdo con claridad, ella regresó al jardín del cual provenía la luz, al avanzar no caminaba, sino que flotaba, su presencia se desvaneció y yo quedé allí como suspendido sin poder hacer nada. No recuerdo si me incorporé y me fui, pero tuve la clara sensación que, sin haber pronunciado palabra alguna entre ambas partes, ella me dejó un mensaje: “Ven, bienvenido, tienes una misión que cumplir, hay un universo de amor y conocimiento para ti”.

***

Enseguida mis visiones cambiaron, cuando volví a mi consciencia, al conocimiento que me encontraba en la Malloca, en el trance del Ayahuasca, tuve la certeza de que ese ser con el que me encontré, era ella, La Madre Ayahuasca. Sé que dejó mucho en mí, mucha transformación, demasiado conocimiento y una energía, la cual hasta hoy no termino de procesar.

En los meses siguientes y hasta ahora sigo pensando en el significado de esa visión. Algunas cosas han quedado claras. Tuve el privilegio de haber visto personal y vivencialmente al espíritu sagrado, al ser superior que nosotros los humanos llamamos “Madre Ayahuasca”. Cuando pienso en ello, hasta ahora me estremezco y me preguntó si la volveré a ver, si volveré a tener un encuentro de ese nivel de trascendencia. Los sabios dicen que para que uno se inicie debe tener un encuentro vivencial con lo sagrado. Yo lo tuve esa noche. Vi a la Madre Ayahuasca y esa visión permanecerá conmigo por siempre.

Ahora que todo ha terminado, aún no sé qué hacer con esa experiencia. Creo que lo más sensato es dejarlo así, que los acontecimientos sigan su curso, que su influjo me ilumine y me dé su mensaje en la medida en que ella lo decida. Ahora sólo siento intriga, humildad, privilegio y asombro por tal encuentro. Espero que el tiempo me ayude a comprender lo que sucedió.



FIN

Escrito en Pisaq. 2018.

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