Literatura y arte

desde el centro

del Mundo.

Literatura y arte

desde el centro

del Mundo.


SUEÑOS DE AYAHUASCA
“Todo ser humano debe tener un horizonte mental positivo”.

EL BAUTISMO.


Autor. David Concha Romaña.

Aquella noche era una agradable noche de verano, yo estaba caminando distraídamente en la playa, muy cerca a la orilla del mar. Las olas iban y venían, las aguas del mar mojaban mis pies descalzos y el viento acariciaba todo mi cuerpo con suavidad, mi ropa se pegaba a mi cuerpo por efecto de la brisa húmeda del ambiente. Me sentía tranquilo. La luna estaba complemente llena y alumbraba con una fuerza que nunca antes había observado. Estaba completamente cercana. Su color era azulado amarillo. Era un espectáculo maravilloso.

Yo seguía caminando y caminando por la orilla en busca de nada, sólo paseaba, pues la noche estaba tan bella que no valía la pena estar metido en casa. Además, el calor del verano invitaba a salir y refrescarse con el viento. La luz de la luna se reflejaba en la superficie del bravo mar dándole un ambiente mágico y desafiante.

En cierto momento de mi caminata observé que desde la orilla del mar se iniciaba un camino de unos dos metros de ancho, hecho completamente de piedra. Al observarlo vi que se perdía en el horizonte adentrándose en el mar. Mi primera reacción fue de curiosidad, luego de temor. “¿Para donde conducirá este camino?” “¿Lo habrá construido el gobierno?”-Me pregunté. Vinieron a mi mente un sinfín de preguntas, pero también me llené de un deseo de caminar por el sendero y llegar hasta donde me condujera. Mi miedo me decía: “No vayas”; pero tenía un instinto, una intuición que me decía: “Tienes que ir, algo muy importante está esperándote”.

***

Entre el miedo y la incertidumbre inicié la caminata, el piso era firme y aparentemente no había peligro de que el sendero se hundiera en el mar. Lo que me asustaba es que constantemente las olas del mar ingresaban al sendero bañándome por completo y nublando mi visión, pero en ningún momento lo hicieron con tanta bravura como para derribarme. Algo protegía al sendero y a mí. En cierto momento comencé a avanzar muy rápido, corría al encuentro de no sé qué, pero corría, ya no motivado por mi voluntad, sino por una voluntad externa a mí. Traté de reflexionar, pero simplemente me di cuenta que cualquier reflexión era una insensatez, había caminado y corrido casi una hora, respirando el aire del mar y viendo su infinita extensión. La luna se apodero de mí y comenzó a manejar a mi espíritu. Fuera lo que fuera ya no podía tomar la decisión de volver, así que seguí corriendo y corriendo, hasta que poco a poco, influido por la fuerza intuitiva que me guiaba, fui calmando la marcha y avanzando más lento. Mi corazón palpitaba rápidamente tanto por el esfuerzo físico, como por lo extraño y misterioso de la situación.

Me detuve, pues en medio de la bruma del mar pude ver que el sendero terminaba en una plataforma en la cual se encontraban dos estatuas de piedra, las estatuas eran gigantes e iguales, estaban frente a frente como observándose, parecían tener vida y movimiento. Quedé muy asombrado por lo que vi. “Dónde estoy?”-Me pregunté. Continué observando a las estatuas y sentí que eran parte de mí. Me sentí como hecho de piedra y poco a poco, mi cuerpo y mi alma se trasladaron hasta el cuerpo de las estatuas. En una de ellas sentí un contenido mental inmenso, todas mis experiencias traducidas en una sola sensación mental de poder y organización. En la otra estatua sentí cómo mi corazón se posicionó en esa estatua, sentí en un momento todos mis sentimientos unificados en un gran e incondicional sentimiento de amor, perdón y unión universal con lo divino, con el universo.

A la misma vez mi cuerpo observaba como hombre el proceso. Las dos estatuas agarraban en una de sus manos una jarra de piedra y la llenaban con agua del mar. Se turnaban, primero una de ellas tomaba el agua y la vaciaba en la otra estatua desde la cabeza, se podía ver cómo el agua mojaba su cabeza, su rostro y todo su cuerpo. Luego la otra estatua hacia lo mismo. Lo hicieron varias veces, mientras yo sentía de manera vívida como mi mente y mi corazón se ponían de acuerdo y se reconciliaban.

“¿Qué es todo esto?” -Me pregunté. No pensé más, pues el proceso de reconciliación y unificación fue muy rápido e intenso a nivel espiritual y mental. Poco a poco, mientras sentía y observaba el proceso me di cuenta, tuve una intuición, una inteligencia superior a la mía me dijo: “David es un proceso de bautismo y reconciliación entre tu alma y tu cuerpo, entre tu corazón y tu mente, entre tu ser inconsciente y consciente, entre lo primitivo y lo nuevo que hay en ti”. “Terminando este proceso serás un ser humano con una comprensión diferente de la vida”.

En cierto momento observé cómo el proceso se detuvo, las estatuas dejaron de recoger agua y bautizarse entre sí mismas, sentí que nuevamente mis vehículos mentales, emocionales y espirituales volvían a mi cuerpo que observaba todo desde la base de la plataforma. Entonces, poco a poco, me sentí unificado nuevamente. Permanecí observando a las estatuas durante un tiempo, pero luego sentí que debía regresar, es más, el mar se puso muy bravo mandando gigantescas olas que chocaban contra las estatuas y me bañaban y chocaban contra mí. Entonces comprendí que debía marcharme ya, de inmediato, o sería devorado por las olas. Emprendí un rápido regreso, volví corriendo por el sendero y observé cómo el sendero se borraba y desaparecía en la medida en que corría sin descanso a tanta velocidad como me era posible, tuve que correr muy rápido pues de no hacerlo hubiera sido devorado por las aguas.

Llegué nuevamente a la orilla del mar y me eché a descansar un momento, pues estaba muy cansado y conmocionado por la experiencia. Luego de descansar me incorporé y me encaminé rápidamente a mi casa en la playa, pues por la posición de la luna, ya habían pasado varias horas. Al llegar a casa agitado, cansado y mojado por las aguas del mar, ingresé. Mi esposa me esperaba preocupada y ansiosa. Me preguntó: “¡Dónde has estado! ¡Te ves extraño!” … Ingresé a mi dormitorio para cambiarme, absorto por la experiencia y le dije: “No te preocupes niña, estoy muy bien, mejor que nunca” “He sido bautizado y unificado”. Ella me ayudó a cambiarme y me dijo: “Mejor será que duermas, estás terrible, te puedes resfriar. Me acosté muy cansado y tranquilo. Rápidamente quedé profundamente dormido. Entre mis sueños vi los detalles de mi transformación. La fuerza del universo obró en mí y me bautizó. “Seré una nueva persona” -Pensé una y otra vez, mientras me hundía en un profundo y reparador sueño.

FIN

Escrito en Cusco. 2018.

Galería Virtual